miércoles, 4 de junio de 2008

A CUATRO PATAS Y MOVIENDO EL CULO

- El servicio contestador de telefónica le informa de que no tiene mensajes.
Jos colgó el auricular y volvió a su habitación. Se tumbó en la cama y apagó las luces. Allí, solo en la oscuridad empezó a pensar, a darle vueltas a la cabeza y a autocompadecerse.
Era viernes por la noche y allí estaba él, solo. Encendió la radio y sintonizó un programa de esos donde llama la gente. No decían más que estupideces y después de escucharlo unos diez minutos apagó la radio. El mundo estaba lleno de gilipollas.
En ese momento entró su gata en la habitación. Era una pequeña gatita negra con un mechón de pelo blanco bajo el cuello. Se llamaba Tina.
- Ven aquí Tina -le dijo Jos y palmeó sobre su pierna para atraerla. La gata, meditó durante un instante y finalmente se decidió por saltar sobre la cama y acomodarse entre sus piernas. Jos la acarició y ella empezó a ronronear placenteramente.
- Otro trepidante viernes -dijo Jos.
- No seas muermo -le contestó Tina con su vocecita gatuna.
-¿Cómo que no sea muermo? -replicó Jos-. No tengo con quien salir y no me apetece salir solo. Lo único que consigues es emborracharte como una cuba y meterte en líos.
- No sé -dijo Tina cambiando de posición y clavando sus enormes ojos oscuros en él-. Haz algo diferente. No todo se reduce a beber y ligar.
-¿Diferente?
- Sí, por ejemplo vente conmigo esta noche.
-¿Contigo? -preguntó incrédulo Jos-. Vaya plan, yo y mi gata de juerga por la ciudad.
-¿Qué pasa? ¿Acaso tienes algo mejor que hacer?.
Jos negó con la cabeza.
- Pero no puedes venir conmigo con esa facha -dijo Tina-. Antes tienes que transformarte en gato.
- ¿QUÉ? -exclamó Jos.
- Ya me has oído.
- ¡¿CÓMO COÑO ME VOY A TRANSFORMAR EN GATO?! -gritó de nuevo él.
- No grites, que no hace falta ser maleducaco -dijo Tina, levantándose y, de un pequeño salto, bajó de la cama-. No es tan complicado. Vamos, inténtalo.
- Bueno, vale. ¿Qué tengo que hacer? -preguntó Jos poniéndose en pie también.
- Te has de poner en el suelo a cuatro patas.
Jos lo hizo.
- Y ahora has de empezar a maullar mientras mueves el culo como si tuvieras cola.
- ¡Esto es absurdo! -se quejó Jos meneando el culo.
- No más que el que puedas hablar con tu gata. Ahora deja de protestar y empieza a maullar.
- MIAU, MIAU -dijo Jos y siguió moviendo el culo de un lado para otro.
- Haz más largos los maullidos -dijo Tina los bigotes en tensión por evitar la risa.
- ¡MIAUUUUUU, MIAUUUUUUUUUUU! -Jos balanceó aún más exageradamente el trasero.
Tina no pudo más y estalló a carcajadas, cayendo de espaldas sobre el suelo.
-¡Esto es una tomadura de pelo! -Jos se levantó rojo de ira y vergüenza.
- No, no -dijo Tina con lágrimas en los ojos-, en serio que se puede conseguir.
- ¡Y una mierda! -le grito Jos-. Te estás quedando conmigo.
- Bueno, sí. -la gata volvió a revolcarse de risa-. Pero ha sido realmente gracioso -logró decir entre carcajadas.
- ¡Maldita puta! -Jos cogió el pequeño cuerpo de la gata y la levantó con fuerza-. ¿No tienes otra cosa mejor que hacer que reírte de mí? -Jos estiró los brazos y la sostuvo bien arriba.
- La verdad es que no -dijo Tina consiguiendo por fin apaciguar su risa.
Jos la arrojó con rabia sobre la cama y salió de la habitación. Tina le vio coger su chaqueta, abrir la puerta de la calle y salir cerrándola de un portazo.

Jos regresó varias horas después. Estaba completamente borracho y tenía un ojo amoratado. Se quitó la chaqueta con dificultad y la dejó caer al suelo. Luego se acercó a la cocina y, torpemente, empezó a hacerse un bocadillo con lo que encontró en la nevera. Se sentó en la mesa y empezó a comérselo lentamente.
Entonces vio el teléfono. Lo descolgó y esperó a que se activará el contestador.
- El servicio contestador de telefónica le informa de que no tiene amigos -dijo la mecánica voz femenina.
- Eso ya lo sé, puta -gritó Jos y arrojó el teléfono al suelo. El aparato cayó y se rompió en pedazos. Jos le dio una patada y salió de la cocina, dejando encima de la mesa el bocadillo a mediocomer.
En su habitación le esperaba su gatita negra.
- Lo siento -le dijo Tina desde la cama.
Jos no le contestó y empezó a desvestirse.
- De veras -siguió la gata-, sólo quería gastarte una broma, pero creo que no era el momento adecuado.
- Déjalo -respondió Jos sin mirarla-. Conmigo siempre es un mal momento. -tras una breve pausa, Jos esbozó una sonrisa-. En realidad era bastante divertido. El gilipollas haciendo el payaso a cuatro patas y meneando el culo.
- No seas tan duro contigo mismo.
Jos no contestó y se quitó la camisa.
- Sí, un payaso, pero mira que músculos -dijo flexionando los brazos y observando como se hinchaban sus bíceps.
- Parece que de poco te sirvieron esta noche -murmuró Tina, poco impresionada-. ¿Y ese ojo?.
- Creo que le dije alguna guarrada a una chica que tenía el novio cerca, pero la verdad es que no lo recuerdo muy bien.
- Espero que él acabase peor parado -dijo ella.
- Sí, yo también -Jos se puso los calzoncillos y la camiseta rota que usaba como pijama-. Hazme un sitio.
Tina se movió a un lado y Jos se tumbó en la cama, sintiendo dolor en todos los puntos de su cuerpo.
- ¿Qué tal tú? -preguntó mientras apagaba la luz.
- Bah, como siempre -respondió la gata en la oscuridad.
- O sea, que has pillado.
- Bueno, algo se ha hecho -dijo Tina sin querer entrar en detalles. Jos sintió como la gata se acomodaba entre sus piernas y se enroscaba formando un ovillo. Al poco tiempo, escuchó su respiración, pausada y tranquila.

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